viernes, 17 de octubre de 2014

EL ÁRBOL DE LA MÚSICA

Texto narrativo: "El árbol de la música"



Un día soleado Chelo iba en camino a su casa con su mascota Josefina la gallina, pensando en la comida que su madre tenia preparada, eso la hacia caminar mas rápido. Jamas en su corta vida Chelo imaginaba que ese día iba a conocer el "secreto de la música", pero lo hizo.

Entre todos sus pensamientos infantiles, el sonido mas puro penetro por los oídos de Chelo, se filtro en su cabeza, y toco su corazón llegando de intruso a su alma inocente.

No sabia que era, solo sabia que tenia que escucharlo de nuevo y llegar a el deprisa. Tan rápido como sus piernas cortas le dejaron, se encontró así misma en una pequeña multitud de personas viendo a un señor anciano tocando algo con sus manos, algo que hacia el sonido mas bello que había escuchado jamas.

Con la comida esperando en su casa olvidada, Chelo se acerco al hombre y espero a que terminara de purificar el alma de todos ahí reunidos. Una vez que el señor dejo de tocar y se sentó, la niña se acerco a el con paso determinado.

-¿Qué es eso?- Chelo pregunto al hombre, señalando con sus pequeños dedos el instrumento.

-Es un violín.- Respondió el hombre con indiferencia, mirando a la nada.

-Yo quiero aprender a tocar el violín.- Dijo la pequeña con certeza.

El hombre miro a Chelo con suspicacia, preguntándose si la niña hablaba en serio. Miro fijamente a su ropa y a su cara de duendecillo con manchas de lodo aquí y allá. Iba a decirle a la pequeña que se fuera a casa, que el violín no es para niños, pero algo le dijo que mirara a sus ojos, y cuando lo hizo se quedo quieto, la niña le regreso la mirada con determinación y algo mas que el señor no pudo descifrar bien.

Pero fue mas que eso, lo que lo hizo retractarse, fue algo detrás de esos ojos inocentes que le dijo que esa niña iba a entender lo puro y el poder que tiene la música sobre las almas.

El hombre miro a Chelo una vez mas y le pidió que lo siguiera, Chelo lo hizo sin dudar.
Así caminaron por un tiempo, la niña le hacia preguntas y el hombre contestaba vagamente. Cruzando un puente llegaron a un prado donde se sentaron a descansar, Chelo insistió en que el hombre le enseñara a tocar el violín pero el hombre solo miraba tranquilamente el árbol que tenia enfrente de el. Escuchando los sonidos de la noche.

Este pidió  a Chelo que hiciera lo mismo, y la niña trato, pero lo único que oía eran grillos y lechuzas.
De pronto una rafaja de aire paso por el prado como una estrella fugaz lo hace en el cielo. Rápido, con fuerza, y abriéndose paso por sus alrededores.

-El viento.- Dijo Chelo
-Así es, el viento.- Respondió el anciano.- El viento es un arco y el mundo es su violín. Escucha.

Y Chelo lo hizo, escucho. Pero mas que escuchar, lo sintió, en su cuerpo, en su corazón y en su alma. Escucho la música en el viento, en la manera que hacia contacto con las ramas del aire, en la manera en que se colaba por los huecos de los troncos de madera. Escucho. Y comprendió.

La música esta en todo lo que nos rodea. La música es vida.






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